Nivel uno- La ruta verde del Valle Salado de Salinas de Añana es una excursión de 11 km y 200 metros DAP que parte de la localidad alavesa de Salinas de Añana y recorriendo las salinas llega al Lago de Caicedo. Ideal para hacer la ruta con la intrepretación de los guías del Centro Turístico.

Comenzamos caminando por la carretera por la Calle Real hasta la Iglesia de Santa María de Villacones, de la que vemos su campanario desde la distancia. Justo al llegar a la altura de la iglesia, giraremos hacia la derecha y tenemos un poste indicativo con diferentes destinos. Nosotros iremos dirección SL-A 35 (Senda del Lago y Peña la Uña).

Atravesamos un pequeño puente de madera y giramos hacia nuestra izquierda, pasando junto a algunas de las eras escalonadas o plataformas de secado, desde donde se obtiene el tesoro blanco que le ha dado la fama a este pueblo. Al final de este tramo, veremos otro poste informativo, aquí ya aparece señalizada la Ruta Verde del Valle Salado de Salinas de Añana, así que giraremos hacia nuestra derecha y empezaremos a subir por el camino.

Avanzamos un poquito más, y junto a nosotros tenemos uno de los canales por los que se distribuye el agua a las eras, el Canal Quintana. La madera usada para la construcción de las eras y canales, es de pino. Los canales atraviesan las fincas conduciendo el agua de salmuera que sale de los manantiales, y la misma agua salada que transportan, ayuda a la conservación de la madera creando una capa de sal sobre ésta. No se utilizan clavos de hierro para evitar su oxidación. 

La historia de estas salinas se remonta a hace más de 7.000 años. Hay datos que demuestran que en esa época ya se obtenía sal de este valle. Primero se conseguía la sal mediante un sistema forzado, metían la salmuera en vasijas de barro que eran colocadas en el fuego. El agua se evaporaba, y la sal se quedaba compactada en un bloque dentro de la vasija, por lo que tenían que romper las vasijas para sacar la sal. En el siglo I a.C, cuando esta parte del norte de la Península se integró en el Imperio Romano, el sistema para la obtención de la sal, cambió a forma de forzada a natural, es decir, por evaporación del agua. 

Al llegar a la altura del manantial principal, el de Santa Engracia, veremos un poste indicativo. Aquí podemos alargar la ruta yendo hacia el Lago Caicedo y el monte Peña la Uña. Nosotros no vamos a alargar esta excursión y seguimos rectos por la Ruta Verde del Valle Salado de Añana. El manantial de Santa Engracia es el que aporta más de la mitad del total del agua salada a las salinas. Al encontrarse en la parte más alta del valle, la gravedad hace que la salmuera llegue de forma natural a las eras. 

Vadeamos el riachuelo Omecillo junto a la iglesia de Santa María de Villacones (S-XIII al XV). Aquí arranca un tramo de pista cementada para ir tomando altura hasta situarnos sobre lugar privilegiado con vistas a las eras del Valle Salado. Avanzamos contorneando el valle. En un recodo del camino encontramos la fuente de Santa Engracia que, junto con el arroyo Muera, surte de agua a las eras.

En unos metros más abandonamos este camino para salir, por la derecha, hacia una pista principal donde seguimos con dirección predominante al sur (S). Por este trazado de la parcelaria recorremos casi dos kilómetros entre onduladas lomas amarillas de cereal. Obviamos una desviación a la derecha que nos llevaría al monte. Llegando a un cruce, seguimos de frente. Vamos por un camino frondoso, umbrío y corto, para salir a una atalaya con magníficas vistas sobre el lago. 

Entre el campo de labranza y la orilla avanzamos por el lindero hasta salir al asfalto. Tras andar un kilómetro por la brea, semioculta por los árboles, aparece la ermita de Nuestra Señora del Lago, lugar de referencia para tomar la pista parcelaria que sale en sentido opuesto, dirección norte. 

Llegando junto a los muros del convento subimos hacia el edificio, del siglo XIV y en su fachada principal descubrimos varias cruces de malta, símbolo de la orden templaria de San Juan de Acre. >La Soberana Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta con casi mil años de historia. 

Después llegamos al centro de interpretación y Junto a la tienda podemos ver el Spa salino. Está incluido en cualquiera de las visitas que podemos obtener en su tienda, y podrás sumergir los pies y las manos en salmuera rememorando los baños que tomaban los antiguos salineros cuando producían la sal, experimentando los grandes beneficios que tiene para la salud el contacto controlado con las aguas hipersalinas de los manantiales del valle, cuya salinidad ronda los 240 gramos de sal por litro. Ideal para hacer una actividad en grupo.